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EL ALOE Y YO

Cuando conocí el aloe no sentí un interés especial por él, lo probé a regañadientes y me pareció, como a la gran mayoría de la gente, que aquello sabía a rayos. Todo fue gracias a Asunción, mi suegra (para que luego digan de las suegras). Me insistió tanto en que lo probara que al terminó por vencer mis resistencias. A mí me resultaba chocante la fe que ella tenía en el aloe y el empeño en que yo lo tomara, tanto que al final despertó mi curiosidad y accedí. El objetivo era tratar unas aftas que desde que recuerdo me venían saliendo en la boca de forma periódica. Me hizo prometerle que tomaría el aloe durante un mes y yo, un poco por demostrarle que lo mío era genético, porque todos teníamos aftas en mi familia desde siempre, y que aquello no iba a resolverse tomando aloe, y otro poco por poner freno a su empeño si los resultados, como esperaba, no eran los que ella prometía, acabé aceptando. Y empecé a consumirlo…, y desaparecieron las aftas a los pocos días, y seguí consumiéndolo…, y descubrí que algunos pequeños problemas a los que me había acostumbrado porque siempre los había tenido, se fueron resolviendo; dejaron de sangrarme las encías cada vez que me lavaba los dientes, desapareció la acidez de estómago y ocurrió algo que realmente cambió para siempre mi mentalidad cartesiana y mi fe única y absoluta en la medicina científica: dejó de dolerme la cabeza. Dicho así no parece tan importante, pero cuando tienes dolores de cabeza un día sí y otro no, y cada dos semana una migraña que te deja en cama y contra la que los analgésicos no funcionan, creedme si os digo que te cambia la vida.

Os cuento esto porque sé por experiencia propia lo que es enfrentarse a la resistencia de la gente no ya para probar el aloe, que también, si no para probar cosas nuevas. Antes de consumir aloe y comprobar sus efectos sobre mi salud nunca hubiera podido vencer la resistencia de nadie, pero ahora si, ahora puedo hablar desde la experiencia, y conseguir, como mi suegra lo hizo conmigo, que cualquiera pruebe el aloe, y esa capacidad de transmitir convicción sólo se consigue si descubres por ti mismo, consumiéndolo, los beneficios del aloe vera.